domingo, 19 de noviembre de 2017

JUEZ Y VICTIMA


 

Los seres humanos somos animales domesticados. Antes de que naciéramos, el sueño del planeta ya existía, con todas sus normas, creencias y esperanzas. Un ser humano normal, puro, seria todavía libre, como lo fue en la infancia antes de la culturización, entre el año y medio y los tres años de edad, aproximadamente. Es entonces cuando ha desarrollado lo suficiente la mente como para comprender lo abstracto y controlar en buena medida el lenguaje para comunicarse con otros seres humanos.

Sin embargo, el proceso de educación todavía no ha tenido lugar. Este pequeño ser humano sigue su tendencia normal a jugar, explorar, reír y disfrutar de la vida. Casi todas las emociones del niño proceden del amor, es libre y vive el presente. No le preocupa el ayer, tampoco el mañana. Los adultos viven inmersos en el pasado, y están tan preocupados por intentar labrarse un futuro que eluden el presente.

El sueño espera para enseñar al niño pequeño como incorporarse al sueño del planeta. Nuestros padres, hermanos mayores, profesores, la escuela, la religión, la sociedad etc… contribuyen a mantener vivo el sueño a través de la culturización. Esta se impone con la recompensa y el castigo. Mama y papá nos domesticaron del mismo modo que los domesticaron a ellos. Nos introdujeron a los conceptos del bien y del mal  con recompensas para el uno y castigos para el otro.

Por lo general, cuando se nos castiga sentimos que es injusto y nos rebelamos. Eso abre una brecha en nuestra mente, y el resultado de esa herida es que producimos veneno emocional, no físico. Y ese veneno emocional llega a nuestra mente. El miedo aparece y dirige a partir de ese momento nuestro comportamiento y nuestra mente. Tememos al castigo y también tememos no recibir recompensas. Esta se entiende como una señal de aceptación, luchamos para merecerla ante nuestros padres, nuestros profesores y amigos y ante la misma sociedad.

Mientras crecemos, estamos sujetos al juicio de otros y a las polaridades que nuestra sociedad apoya, como lo correcto e incorrecto, lo bello y lo feo. Y pronto empezamos a emitir nuestros propios juicios. La culturización se vuelve tan férrea que ya no necesitamos a nadie para la tarea porque la asumimos por nosotros mismos, castigándonos y recompensándonos de vez en cuando.

Existen tres componentes en nuestra mente que participan de modo activo en ese proceso de autodomesticación. El Juez es la parte de nuestra mente que juzga lo que hacemos y lo que no hacemos, lo que sentimos y lo que no sentimos, y también todo y a todos. La Victima recibe el veredicto y el Juez suele hallarla culpable. La parte Victima de nuestra mente se siente indigna y merecedora de castigo.

La tercera parte de la mente que participa en la emisión de juicios es el sistema de creencias que nos han enseñado y que incluye todas las normas de como soñar nuestra vida. El sistema de creencias es una especie de constitución o de libro sagrado donde todo lo que creemos sin discusión constituye nuestra verdad. En todas las familias se transmite algún libro de este tipo, el Juez y la Victima están siempre presentes, con independencia de la corrección o incorrección del sistema de creencias que hemos aprehendido.

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